Niñez maltratada, sociedad indiferente

Murió un niño en manos de un adulto que debía cuidarlo, educarlo y protegerlo. Estos hechos atroces, nos consternan y nos preocupan.

Como sociedad debemos saber, que son muchos, muchísimos los casos de maltrato infantil,  pues todos los estudios acerca del tema nos indican que  sólo  salen a la luz  una ínfima proporción. Y lamentablemente cuando las consecuencias del maltrato ya  son irreversibles.

El problema principal es que nos negamos a pensar que madres, padres, abuelos o cuidadores puedan ser capaces de dañar a los niños y niñas. De esta forma, los dejamos desprotegidos, porque al dudar, no nos involucramos, dejamos para más tarde o para mañana una intervención oportuna que puede salvar una vida, pero que además implica para la víctima, que no está sola, que hay una sociedad que se compromete.

Seguramente pensamos ¿Quiénes somos nosotros para invadir la intimidad familiar pensamos ?.

Pues nos equivocamos

Debemos estar alertas y ante gritos o pedidos de auxilio no dudar, debemos formular la denuncia ante la autoridad administrativa o policial. El código procesal  penal autoriza a las fuerzas de seguridad a allanar un domicilio en situaciones de urgencia donde por gritos o pedidos de auxilio se entienda que  está en peligro la vida o la integridad de una persona.

Con frecuencia son los hospitales públicos los más involucrados en la temática porque en esas instancias las lesiones  que presentan los niños o niñas  víctimas de maltratos o abusos ya no pueden ocultarse. Los profesionales médicos son puestos ciertamente en situaciones dilemáticas porque obligados a denunciar, reciben los reclamos de parte de la propia  familia que ha encubierto estos hechos de inmensa gravedad. Por lo tanto resulta fundamental el compromiso de la comunidad.

Muchas escuelas públicas comienzan a estar alertas y se están capacitando en el tema para colaborar con la detección temprana, pero no es suficiente. Muchos docentes carecen de la capacitación necesaria para involucrarse, a lo que se suma la inexistencia de equipos de seguimiento o acompañamiento donde ellas puedan consultar y derivar sus dudas.

Sabemos que entre los vínculos violentos el temor es un ingrediente permanente  y los miembros de la familia involucrada suelen ser reticentes en pedir ayuda.

Los niños y niñas maltratados suelen vivir  bajo amenazas y sienten un profundo temor si develan estos hechos porque además quieren a sus padres, son los únicos lazos afectivos que conocen. Sólo equipos especializados pueden fortalecerlos y acompañarlos de manera adecuada para revertir los efectos traumáticos de una crianza plagada de violencia-.

Recomiendo que todos estemos alertas.

Dra. Natalia Ferrari
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