#NiUnaMenos

 

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PARA ERRADICAR LA VIOLENCIA TENEMOS QUE TRABAJAR EN EQUIPO

Hoy fue un día muy especial, miles de mujeres marchamos y nos hicimos visibles para exigir que “que no se nos hostigue”, “que no se nos mate”, tan básico como eso. La movilización ciudadana es imprescindible para dar impulso a una verdadera implementación de la ley 26.485 a lo largo y ancho de nuestro país.

El abordaje de la violencia es esencialmente complejo, se juegan en este tema una variada gama de aspectos, como las emociones, las historias personales, los grupos afectivos, las condiciones materiales, la composición familiar y todos aquellos aspectos que integran la vida de relación de cualquier persona e inciden en sus elecciones y preferencias.

No hemos podido contar hasta ahora con un marco teórico que nos explique a ciencia y verdad el origen de la violencia, pues todos los intentos ensayados tienen alguna dificultad a la hora de explicar las razones de este especial vínculo entre las personas. Poner la lupa en el estado psíquico de la víctima, su especial inclinación a mantener relaciones violentas, como se ve hoy día en algunos programas de televisión,  es peligroso pues,  reduce este grave problema social a un hecho individual- y coloca toda la responsabilidad en quien es violentado, y por ello debiera contar con acompañamiento y asistencia, tal como prescribe la ley vigente.

La violencia ejercida por un hombre contra una mujer, es mucho más que la resolución violenta de un conflicto aislado, es una sistemática forma de dominar la vida y el cuerpo del otro. Es concebir a la mujer como propia, y reducirla a un status de cosa apropiable, lo cual, erosiona la autoestima y afecta la vida de una persona alterando todos sus ámbitos de actuación, laboral, familiar, etc.

Indicios de este tipo de relación pueden darse en el noviazgo, en las primeras salidas, en los primeros encuentros. Ninguna mujer está obligada a tolerar el hostigamiento que representa un hombre parado en la puerta de su trabajo controlándola, ni llamándola cientos de veces, ni revisando sus prendas, ni sus objetos personales. Estos actos no deben ser tolerados, no hay derecho a invadir la vida de otro, ni alterar su cotidianidad, ni obstruir el plan de vida de una mujer.  Ninguna mujer está obligada a mantener una relación de pareja que no desea. Debemos poner en un lugar destacado, el deseo de una mujer y levantarlo como estandarte en estos días de lucha.

La denuncia judicial,  es un paso,  saludable en quienes lo realizan, pero no es suficiente, ni constituye una salida por sí misma a estos hechos, pues será la mujer en el seno de la familia la que deberá enfrentar a un hombre que ha demostrado no respetarla en su individualidad y que hará todo lo posible para intentar mantener su dominio.  Debemos armar un cordón afectivo y acompañarla, aún cuando ella se hubiera alejado de sus afectos. Esa mujer que lo hizo, no era nuestra amiga, ni nuestra hija, ni nuestra socia, esa mujer estaba “secuestrada” en una relación violenta.

Para lograr esto las mujeres deben exigir asistencia terapéutica permanente, especialmente aquellas que se brindan con el acompañamiento otras mujeres en iguales circunstancias, deben ser acompañadas por  equipos multidisciplinarios en el proceso de restauración de sus vidas.

Los operadores judiciales deben ser capacitados para enfrentar estos hechos y comprender que la víctima estará en un estado de desequilibrio, que le será difícil relatar su historia, que se sentirá culpable por denunciar muchas veces al padre de sus hijos. Las audiencias deben ser lo suficientemente contenedoras para que las mujeres se atrevan a pedir ayuda.

Como vemos, todavía queda mucho por hacer, pero a partir de hoy 3 de Junio, todos estamos comprometidos.

Dra. Natalia Ferrari

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